CAPÍTULO III: LA FORMA DE DOMINIO

 

ALMA CRISTAL MENDOZA ESPINOZA

CAPÍTULO III: LA FORMA DE DOMINIO

El texto analiza la evolución histórica de las formas de dominio y explotación desde la era feudal hasta la emergencia del capitalismo, destacando la transformación del campesinado en distintos roles económicos y sociales. El dominio se daba en comunidades bélicas vinculadas a un territorio limitado y a una comunidad agraria, es decir, que las comunidades agrarias-campesinas permitían que las comunidades bélicas ejercieran dominio sobre ellos a cambio de protección, y a cambio de esa protección, las comunidades campesinas les pagaban y trabajaban, esta situación es un ejemplo que forma de la formación del Estado. En el texto se mencionan diversas formas de recolección y consumo de tributos, desde la concentración de recursos por parte de los señores feudales hasta la transición hacia una empresa capitalista, donde el campesinado se convierte en trabajadores asalariados. Se discute cómo el Estado primitivo evoluciona para satisfacer necesidades a través de la imposición de tributos y el uso de la violencia como medio de control.

Un punto que me pareció interesante de este apartado es que Oppenheimer utiliza metáforas para poder explicar las funciones del Estado es sus orígenes, compara el Estado con un organismo biológico, utilizando metáforas de reproducción sexual para describir su desarrollo y diferenciación. Se mencionan paralelismos entre la propagación biológica y la expansión territorial del Estado, aunque se reconoce que estos ejemplos no son pruebas concluyentes de la naturaleza del "organismo" social.

Cuando se ejerce dominio sobre una comunidad, comienza a darse un sincretismo cultural que le da un sentido de integración al Estado, un ejemplo es la lengua, ya que una legua se vuelve predominante para toda la sociedad, puede ser de la comunidad dominante los que lleguen a imponerla, o que se canonice la lengua de la comunidad vencida, en ese sentido, el texto explora la evolución psicológica y social del Estado, centrándose en el proceso de integración dentro de las sociedades. Destaca cómo las relaciones psíquicas se fortalecen en el contexto del crecimiento del Estado, fusionando dialectos, cultos religiosos y uniformizando aspectos físicos como la vestimenta, además describe cómo los conquistadores imponen su lengua y religión, aunque en algunos casos adoptan elementos de las culturas vencidas.

Oppenheimer resalta el surgimiento de un sentimiento de pertenencia al Estado, generado por la necesidad de protección jurídica frente a agresiones y la búsqueda de equidad y fraternidad entre las distintas clases sociales. Se enfatiza la importancia de la justicia como base del Estado y se menciona cómo la ejecución de la justicia incluso dentro de la aristocracia fortalece el vínculo entre gobernantes y súbditos, además, también se examina la diferenciación psicológica y las dinámicas de grupo en el contexto de la sociedad y el Estado. Destaca cómo los intereses comunes generan fuertes sentimientos grupales y una "conciencia de clase" que corresponde a las necesidades específicas de las clases altas y bajas. Se discute, además, cómo los grupos dominantes protegen sus intereses mediante medios políticos conservadores, mientras que los subyugados buscan cambiar las normas en favor de la igualdad y la libertad, lo que puede llevar a sentimientos de liberalismo y revolución. La teoría de clases se presenta como la raíz principal de la psicología de grupos, guiando y justificando los conflictos sociales a lo largo del tiempo. Se menciona la influencia de pensadores como Schopenhauer y Gumplowicz en la comprensión de cómo la voluntad y las presiones del entorno influyen en las acciones de los individuos y las comunidades. Oppenheimer critica la visión de la clase dominante, que justifica su dominio mediante argumentos antropológicos y teológicos, y describe cómo se desarrollan y mantienen estereotipos y prejuicios hacia los grupos subyugados. También se señala la tendencia al despilfarro y la agresividad de los sectores dominantes, así como su necesidad de justificar sus acciones a través de ideologías religiosas y políticas.

Oppenheimer aborda la evolución y desarrollo de los Estados desde una perspectiva histórica y socioeconómica, destacando la importancia del crecimiento y la expansión territorial en la formación de estructuras políticas y sociales más complejas. El autor comienza señalando que el crecimiento del Estado es un imperativo constante debido a las fuerzas que lo crearon, y que incluso un Estado "saciado" busca seguir creciendo para evitar la desaparición. Se menciona que, en las sociedades primitivas, el robo belicoso es fundamental para la supervivencia del Estado primitivo. Se explora la dinámica de expansión de estos Estados primitivos hasta que chocan con otros Estados, lo que lleva a verdaderas batallas y la competencia entre grupos dominantes por el botín económico. Se destaca que la finalidad de estas batallas es obtener medios económicos a través de saqueos, tributos y tasas.

Se describe cómo el grupo dominante se involucra completamente en la lucha por el dominio, a menudo resultando en la amalgamación de grupos primitivos en uno mayor. Esto lleva a la estratificación de la sociedad en distintos estratos poderosos y menos privilegiados, con ejemplos de diferenciación social en varios Estados históricos. Se menciona el papel de las vocaciones hereditarias y las castas en la estructura social, influenciadas por factores económicos, religiosos y políticos. Además, se discute la evolución de los Estados hacia formas más complejas, como el desarrollo del feudalismo y el surgimiento de Estados marítimos. Finalmente, el autor plantea la evolución futura hacia formas de gobierno más libres, como la "ciudadanía libre", a partir del análisis de los Estados marítimos como introducción a estructuras estatales más avanzadas.

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